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El baúl de Mawey

AQUELLA NOCHE

AQUELLA NOCHE

Lo reconozco, tuve miedo,
al escapar la vida
de su cuerpo.
La mar se retiraba de su orilla
-Instantes antes, olas de alegría-.
Las dos alas caídas,
el corazón temblando,
dos perlas fugitivas y calladas.
La busqué,
la busqué con locura,
llevado por mis manos y mi miedo,
la busqué sin cesar en su silencio.
Sin pronunciar palabra
pude sentir su voz en la mirada:
-no dejes que me vaya,
no permitas que el sueño me lleve-.
La nieve en mi regazo
se escondía aterrada.
Lo reconozco, tuve miedo,
al no sentir su aliento
en mi cara.
Y entonces me hice viento,
rayo y trueno
-tan grande era mi miedo-,
transformado en escudo y espada
luchando contra el tiempo.
Envuelta entre susurros la mecía,
nublando el corazón dejé mis lágrimas.
En ese instante nadie era nada,
la ausencia era implacable,
la tierra proseguía su camino,
y aunque temblé de miedo
no cejé en el empeño
de ser por ella puerta en la muralla.
Cuatro veces quisieron embestirla,
cuatro les hizo frente,
al quite yo esperaba,
con el alma por capote.
Al fin pude sentir
sus manos apretadas en las mías.
Aquella noche en vela, rezando,
¿Por quien, sino por ella?.
-Nunca te soltaré,
no te marches-.
Aquella noche negra,
pues siempre fueron negras
las horas posteriores a una lágrima,
el dolor era blanco en la inocencia.
Incluso en la victoria
te duele todo el alma.
Lloré, amargamente,
con el miedo aliado en el frente,
el corazón alerta y despierto,
convertido a la fuerza
en escudo y espada.

M.A.W. Febrero 2005 ®

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